El hada disparatada

Esto era un hada disparatada.

Una vez, se encontró con un príncipe convertido en rana.

-¡Ayúdame!

-¿Por qué?

Asombrado, el príncipe convertido en rana le respondió:

-Sufro una maldición y nunca podré ser feliz en esta laguna.

-¡Ah!

Y el hada disparatada, para ayudarle, lo cambió de laguna.

Otra vez, el hada disparatada se encontró en el bosque con la bella durmiente.

-¡Caramba, vaya horas de estar dormida!

Y para que se despertara, empezó a golpearle con su varita mágica.

El saxofón

Esto era un saxofón que odiaba a su dueño.

-Me toca fatal. No merezco esta suerte –se lamentaba.

Esto era un músico que odiaba a su saxofón.

-Suena fatal. Merezco un instrumento mejor.

Enterada del problema, un hada decidió ayudarles. Buscó otro dueño más experto para el saxofón insatisfecho y adquirió otro saxofón de mayor calidad para el músico frustrado.

El nuevo dueño del saxofón insatisfecho se puso a tocarlo y a los cinco minutos lo tiró a la basura:

-No estás a mi altura –le dijo.

El otro músico se puso a soplar su nuevo instrumento y descubrió que le sonaba como el anterior.

-¡Caramba! ¡A ver si el problema era yo…!

Se fue corriendo en busca de su viejo saxofón, lo rescató de la basura, lo llenó de besos y le dijo:

-A partir de ahora me esforzaré para tocar mucho mejor y jamás te volveré a faltar al respeto.

El saxofón le respondió:

-Tampoco yo volveré a hablar mal de ti, toques como toques.

Y fueron tan felices como los de Valdeperdices.

El helado

Esto era una niña rellenita que fue a comprar un helado. Al salir de la heladería le digo un niño pobre:

-¿Me das un poco?

La niña dijo que sí y le dio todo.

Volvió a entrar y compró otro helado. Al salir de la heladería, dio un tropezón y el helado acabó en el suelo.

Volvió a entrar y pagó el tercero de los helados. Pero no salió, se quedó junto al vendedor y le dijo:

-¿Le importa que me lo coma aquí mismo?

-Lo siento. Está prohibido.

La niña, con mucha precaución, salió de la heladería. Y se disponía a comer el helado cuando llegó un grupo de amigas y se lo arrebató, entre risas.

Algo alejada, su hada madrina movía la cabeza con desaliento:

-¡Lo que hay que hacer para mi ahijada controle el sobrepeso…!