Un cienpies fue un día a ver un cirujano.
-¿Me puede operar para ponerme cien manos?
-¿No le vale con dos?
-Con dos no doy abasto cuando me pican los pies.
Un humilde cien pies se encontró un día con el presidente de su país:
-¿En qué consiste su oficio?
-En quitar para repartir –respondió el político-. A usted, por ejemplo, ¿le hacen falta acaso tantos pies?
-Pues…
Y el presidente ordenó que le quitaran 50. Después mandó que se los pusieran a otro cien pies.
-Pero, oiga –protestó el amputado-, póngaselos a quienes no tienen ninguno, como las serpientes. Y no a quienes tiene tantos pies como tenía yo.
-¡Qué sabrá usted de política!
Y tan ancho que se quedó.
Iba un día por la autovía un ciempiés a cien por hora.
Y lo paró la Guardia Civil.
-¿Usted no sabe que solo se puede ir a noventa por hora?
-No, señor. Pero ahora mismo levanto diez pies.