RATÓN FELIZ

Esto era un ratón encima de un queso. Era el ser más feliz y orgulloso del universo. Toda su vida había soñado con aquel momento.

De pronto cayó al suelo. El queso desparecía porque se lo zampaba una pandilla de colegas hambrientos.

-¿Qué hacéis? ¡Es mi queso!

-Enhorabuena.

Y siguieron comiendo.

El ratón comprendió que la felicidad es efímera, se encogió de hombros y aún pudo probar un poco del riquísimo queso tras unirse a sus hambrientos colegas.

El ratón

Esto era una ratona que se enamoró de un ratón de ordenador. Su madre, preocupadísima, le decía:

-Pero, hija, ¿no ves que no es de verdad?

-¡Sabe hacer tántas cosas! -respondía ella, poniendo sus ojos en blanco.

-Pero, hija, ¿no ves que no tiene vida?

-Es como si la tuviera, porque siempre está calentito debajo de alguna mano…

-Pero, hija, ¿no te das cuenta de que con él nunca te podrás comunicar?

Y la ratona enamorada replicó con gran seriedad:

-Mire, madre, perdone que le diga. ¿Usted se comunica mucho con mi señor padre, que siempre está o zampando queso a dos carrillos o viendo el maldito fútbol en la televisión?

Y ahí su madre, las cosas como son, enmudeció.

El niño que no leía

Erase una vez un niño que nunca leía. Por eso tampoco leyó aquel cartel que decía:

«Como pases por aquí, te convertirás en ratón».

Desde entonces es un ratón que no quita el hambre y al que persiguen todos los gatos.

¿Ves como no siempre es tan malo leer?