Un orangután fue un día a ver a su vecino el tigre.
-Tu eres un delincuente -le soltó sin más.
El tigre, famoso por su mal genio, le dio el primero rugido de advertencia.
-¿Eso a qué viene?
-La gacela me ha dicho que la tienes hasta las nalgas de tanto correr. Que la dejes en paz y comas plátanos como yo u hojas de los árboles como las jirafas.
El tigre soltó un segundo rugido.
-Dile a la gacela que gracias a mi tiene el tipo que tiene. Si me hiciera vegetariano, ella se convertiría en un hipopótamo, de tanto estar tumbada sin hacer ejercicio.
El orangután se rascó la cabeza, confuso.
-¡Oh! En eso no había pensando. Ni ella ni yo.
Y por donde vino, se fue.