DEPRE

Minicuentos del 8-M (3)

Cuentan de una chica que un día tan depre y mísera estaba que solo se alimentaba de alguna que otra sonrisa.

-¿Habrá alguien que dé más pena que yo?

Y cuando el rostro volvió halló la respuesta viendo a un tipo que no conocía jurándole eterno amor.

Love Story

Esto era un caracol enamorado de una babosa.

-Si vienes conmigo, compartiremos mi casa –le dijo.

-No soporto las casas, me dan claustrofobia- respondió la babosa.

El caracol salió de inmediato de su caparazón y le dio una patada.

-Me siento desnudo y avergonzado, pero si me prefieres así…

La babosa lo miró enternecida.

-Te vas a morir de frío. Anda, vuelve a tu casa. Y ya vamos hablando.

-¿Eso es un sí? -Preguntó entusiasmado el caracol, mientras se metía de nuevo en el caparazón.

-Es un comienzo.

Y sin más ni más, se pusieron a bailar los dos.

Santa Valentina 2016

rosas rojas dosUna mujer alta, elegante y de ojos verdes se presentó un día en la floristería de Ramón.
-Media docena de rosas rojas, por favor.
-¿Para enviar?
-En efecto. ¿Cuánto es?
-Dígame la dirección de envío.
-Cóbreme antes, por favor.
Y cuando la mujer alta, elegante y de ojos verdes abonó el importe, añadió:
-Ahora, ponga usted su dirección; yo no la sé. Buenos días.
Y por donde vino se fue y a Ramón le dio un buen terelelé.

Bombón

bombones-de-san-valentinUn bombón se encontró un día con una chocolatina.
-¡Oh! Me he enamorado. Tu debes de ser mi media naranja.
-Y tu debes de ser un bombón de los que van cargaditos de licor. ¿Cómo vamos a ser naranjas si somos de chocolate?
El bombón se encogió en su envoltorio, decepcionado:
-¡Malos tiempos para la lírica!

Monarquía

amor-17Esto era un rey que tenía una reina…
No, no, qué tontería.
Esto era una reina que tenía un rey…
No, no, así no fue.
Esto eran un rey y una reina que se tenían
y se adoraban y se querían.
Fueron tan felices
que ni siquiera necesitaron comer perdices.
Les bastaba con verduras, fruta y ensaladas.
Y en realidad no mandaban en nadie.
Pero reinaron dichosos,
con chocolate y bizcochos,
hasta el fin de sus días.
¡Eso sí es monarquía!

Tres «pasmaos»

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Esto era una mujer dulce, pero no salada.
-¡Qué gran desgracia! Todos los hombres quieren mujeres saladas, simpáticas, extrovertidas, de contagiosa alegría. Nunca me casaré.
La mujer dulce pero no salada vivía deprimida en el 3º C de uno de los pisos de la calle Apagada, en Ciudad Violeta.
En el 5º B del mismo piso, calle y ciudad vivía una mujer saladísima pero sin la menor dulzura.
-¡Qué gran desgracia! Todos los hombres quieren mujeres dulces, apacibles, introvertidas y discretas. Nunca me casaré.
En el 4º A del mismo piso, calle y ciudad vivía un hombre dulce, saleroso, honrado y trabajador.
Con gusto le hubiera dicho algo a la vecina del 3 C.
-Pero cualquiera se atreve -pensaba-, con lo mal que me mira cuando nos cruzamos.
Con gusto le hubiera dicho algo a la vecina del 5 B.
-Pero cualquiera se atreve -pensaba-, con lo mal que me mira cuando nos cruzamos.
Y solteros se quedaron los tres.

Moraleja: ¡Al ataque!

Gris y Sara

mujer colores_Fotor

Esto era un hombre gris, de traje gris, de pelo gris, de sonrisa gris y de pensamiento gris. Se llamaba Iván. Le iba de miedo, claro, porque en el mundo predomina el gris y lo gris está muy bien valorado. Su máxima ilusión era conocer una mujer gris con la que formar una familia gris.
Pero el destino es juguetón y conoció a Sara. 

Sara era una mujer arco iris, de vestidos amarillos, pelo rojo, sonrisa azul y pensamientos multicolores. Le iba fatal porque las gentes grises del mundo gris se ponen de los nervios con quienes viven en color. Aunque a Sara le daba igual porque su máxima ilusión era seguir siendo como era.
Pero el destino es juguetón y conoció a Iván.
-¿No estamos hechos el uno para el otro, verdad? -Preguntó él muy serio, en cuanto se conocieron.
-Para nada -dijo ella, soltando una risa infantil y contagiosa.
-¿Y qué podemos hacer?
-Fácil. Yo te coloreo a ti y tu no me cambias a mi.
El hombre gris la miró con sorpresa.
-Eso no es equitativo.
Ella rió.
-No. Pero es lo mejor. Créeme.
Y él, por primera vez en su vida, sonrió en azul.