Fantasma de casino

Esto era el fantasma de un millonario que una noche quiso aterrorizar a los visitantes de un famoso Casino. Apareció de repente y gritó:

-¡Estoy en racha; os voy a arruinar a todos!

Los encargados del Casino se apresuraron a tranquilizar a sus clientes:

-No hagan caso, no son más que fantasmadas de quien ya solo es un espectro de sí mismo, porque lo perdió todo jugando.

Y el fantasma no, oye; pero los encargados sí que metieron miedo a los visitantes del famoso Casino.

Se fueron todos zumbando y tuvieron que transformar el Casino en una guardería donde jugaran solo los niños y al “pilla-pilla”.

El cuento fallido

Un cuentacuentos fue un día a un colegio y contó:

-Esto era un país que gastaba muchísimo más de lo que tenía…

-¡Qué suerte! -gritaron todos los niños, sin dejar que siguiera-. Nosotros, como somos reales, solo podemos gastar lo que tenemos.

Y el cuentacuentos, confuso, buscó otro tema.

Los reyes de Baraja

Esto era una reino que tenía cuatro reyes: el de espadas, el de bastos, el de oros y el de copas. Se llamaba Baraja.

En cierta ocasión, dijo el rey de espadas:

-Yo debo ser el único rey, porque tengo espada y os puedo matar.

-Calla o te arreo con mi enorme porra -replicó el rey de bastos, con cara de pocos amigos.

-¿Y que creeis? ¿Que la copa de ganador me la han dado a mi en la tómbola o porque sí? Gano en todo, así que no me pongáis a preuba -terció el rey de copas.

-El dinero mata mata más que una espada, hace más daño que cualquier porra y compra los trofeos o copas que quiere. Así que decidme, ¿quién manda de veras aquí? -preguntó, despectivo, el rey de oros.

Y los otros tres reyes, con cara de fastidio, le dijeron «amén»; o sea, que era él quien tenía razón.