La carta de Adelaida

cartas-a-santa-clausUn día le llegó a Santa Claus una bonita carta que decía:

“Querido Santa: este año también me he portado muy bien y espero que me traigas de regalo una muñeca con trenzas”.

No le dio mayor importancia y la echó al cesto de las cartas aceptables. Pero el supervisor, que era el reno Rodolfo, porque al pobre le tocaba todo, se la devolvió:

-Esta carta no cumple las reglas, jefe.

-¿Por qué?

-No es de una niña.

-¿Ah, no? Aquí pone bien clara la firma: Adelaida.

-Sí, pero no pone la edad. Tiene 85 años.

-¡Ah, caramba! ¿Y eso?

Rodolfo dio un suspiro.

-La carta venía con otra de una nieta. Pedía comprensión, porque la abuela cree de verdad que ha vuelto a ser niña.

Santa Claus devolvió la carta al cesto de las que había que atender.

-A Adelaida le llevamos lo que ha pedido. Y a su nieta, también.

-La nieta no ha pedido nada.

-Pues escríbele y que pida. ¡Se lo ordeno yo!

La ITV

trineoUn día  el reno Rodolfo le dijo a Santa Claus.

-Hay que pasar la ITV al trineo, jefe.

-¿Qué me dices?

-Mire. Aquí está el aviso. No se salva nadie.

-¡Caramba! ¿Para qué queremos nosotros una Inspección Técnica de Vehículos?

-Esa pregunta es mejor no hacérsela. La que hay que hacerse es esta otra: ¿Dónde pondremos la pegatina?

Santa Claus lo miró riendo. Y Rodolfo le devolvió la mirada de muy mala manera:

-¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡En mis cuernos ni hablar!

Fijaos bien estas Navidades si veis a Santa Claus. A ver si encontráis la pegatina de la ITV. Ji.

Santa Claus y la playa

santaclausparaimprimir8Un día Santa Claus le dijo a Rodolfo, su reno favorito.

-¿Y si nos vamos de vacaciones la playa?

El reno lo miró confuso.

-Yo nunca he salido de la nieve. Vamos, salvo el día del reparto de juguetes, cuando volamos por todo el mundo.

-Pues por eso. Nos hemos ganado unas vacaciones, ¿no crees?

Rodolfo seguía muy confuso.

-Eso tienen que decirlo otros. Nosotros no podemos decidir si merecemos unas vacaciones o cualquier otro regalo.

Santa Claras lo miró con gesto de fastidio.

-Vaya. Qué lógico eres.

A Rodolfo se le iluminó de pronto la mirada.

-¡Tengo la solución! Escriba a los Reyes Magos y pida vacaciones. Si ellos nos las dan, será que nos las hemos ganado.

Santa Claus lo miró un buen rato con la boca abierta. Después se fue a dormir, murmurando:

-¡Quién me mandará charlar con renos!

Y nunca fueron a la playa.

Santa Claus y el niño que se pasó de listo

Santa Claus cartasSanta Claus se puso las gafitas encima de la nariz y empezó a leer la montaña de cartas que le acaba de dejar el cartero, como cada día.

Todas eran parecidas: “He sido muy bueno y obediente y por eso te pido Esto, Lo Otro y Lo De Más Allá”.

Santa Claus acababa de leer cada carta, le ponía el sello de “Leído” y pasaba a la siguiente. Todo a una velocidad vertiginosa, pues al día siguiente le llegaría otra montaña y había que leerlas todas.

Total, que llevaría leídas mil o mil quinientas, cuando una atrajo su atención. Decía: “He sido muy listo y he hecho creer a todos que me portaba bien, así que te pido, Santa Claus, que me traigas Esto, Lo Otro y Lo De Más Allá”.

Santa Claus miró asombradísimo la carta y la leyó más de una vez.

-¡Pero, bueno…”

Santa Claus preparó para ese niño un paquete en el que estaban las cajas brillantes de todo lo que había pedido. En su interior, sin embargo, solo había una nota. En ella se leía: “Como yo soy tan listo como tu, te he hecho creer que me portaba bien trayendo lo que pedías. Pero ya ves que no hay nada en el interior. Cuando aprendas a diferenciar ser y fingir, interior y exterior, me vuelves a escribir”.