Había una vez un patito muy feo, con el que ni sus hermanos querían jugar.
Pero el patito feo se hizo mayor, ganó mucho dinero y con él se compró grandes mansiones, coches deslumbrantes, yates y cuanto se puede desear.
Sus hermanos se mataban por estar junto a él y aseguraban a todo el mundo que era, con diferencia, el más guapo de la familia.