Esto era una serpiente que un día, muerta de hambre, se comió una remolacha. Las serpientes no son vegetarianas, así que le sentó fatal y la tripa le empezó a doler un montón.
-¡Ay, ay! – se quejaba.
-¿Qué te pasa? –le preguntó un parajillo, desde lo alto de la rama de un árbol.
-Me duele horrores el vientre.
-Te habrá sentado mal algo…
-Puede, pero no sé que fue lo último que comí. No me fijé. Si te asomaras a mi boca y me dijeras qué tengo ahí dentro quizá pudiera buscar remedio para los dolores.
Eso dijo la serpiente desde el suelo, mirando hacia arriba y abriendo a tope la boca. El parajillo no sabía qué hacer.
-¿Quieres que mire ahí dentro?
-Por favoz, hazlo. Me siento morir.
-Vale, pero ten cuidado…
El buen pajarillo bajó de la rama volando y se metió en la boca de la serpiente para ver qué había comido.
Si lo vio nunca se supo, porque la boca se cerró de inmediato. Aunque quizá desde dentro oyera a la serpiente:
-Qué alivio. Por fin un poco de comida digestiva.
Y esta es la Moraleja: donde haya peligro nunca metas la cabeza.
pobre del pajarito
dOndE hAY pELIgrO nUNk MetAs La cABeZa…..pObrE pAJAriTo