Una hormiga le dijo un día a una mosca:
-Las hormigas somos mucho más listas que las moscas.
-¿De veras?
-Las hormigas nos organizamos de miedo y estamos todo el día acarreando alimentos, a las órdenes de nuestro reina.
La mosca se rascó una pata que le picaba.
-Ya. Bueno. Nosotras es que no tenemos reina.
-¿Ah, no? ¿Y quién manda?
La mosca se encogió de alas.
-Nadie. Cada una andamos a nuestra bola.
-¡Qué horror! ¡Así no llegaréis a ninguna parte!
La mosca alzó al vuelo y dijo desde arriba.
-¿De veras?
Sin esperar respuesta, desapareció volando a toda pastilla.
La hormiga sonrió satisfecha, mientras regresaba arrastrando un pesadísimo grano de trigo:
-¡Qué suerte que tengo por haber nacido hormiga!