En cierta ocasión la famosa cigarra de los cuentos fue a ver a la no menos famosa hormiga, que vivía al lado.
—Hola, currante. Vengo a ofrecerte mis servicios.
La hormiga se asombró:
—¿Tus servicios? ¿Sabes hacer algo?
La cigarra se mostró ofendida.
—Sabes muy bien que soy cantante.
—¿Eso es un trabajo?
—Pues sí. Y he pensado que, como se acerca San Valentín, quizá quieras contratarme para que le cante a tu amor.
La hormiga se rió:
—Yo no tengo amor.
—¿Nada? ¿Nadie? ¿Ninguno?
—¡Qué no! ¡No tengo tiempo para perderlo en eso!
Tras un instante pensativa, la cigarra añadió:
—Pues contrátame para que te cante a ti. ¡Menuda depresión debes tener!
me encantoooo