Esto era un hombre subido a una grúa gigante. Veía a la gente, en las calles, como si fueran hormigas.
—Qué grande soy -se decía.
Un día perdió su trabajo y se quedó en la calle. Cuando pasaba por la zona, miraba la enorme grúa que ahora manejaba otra persona.
—Ni se ve al que está allá arriba. Vaya insignificancia.
Y tan contento que se quedaba.