Cuentan de un burro que un día se fue a la ciudad a comprar un sombrero.
-¿Y para qué quiere usted un sombrero, si no es mucha curiosidad? –le preguntó el dueño de la sombrerería.
-Para estar elegante en la pedida de pezuña de mi burra favorita.
-¡Ah, caramba! Eso requiere un sombrero de alto copete. Pruébese éste.
Y le tendió un hermoso sombrero de copa.
-Perfecto –dijo el borrico-. Ahora solo me falta un bastón y dos pares de zapatos de claqué.
-¿También baila usted?
-No, pero si he de dar coces y palos delante de mi futura señora burra, quiero hacerlo con estilo y sin desmerecer.
El burro se fue y el sombrerero se quedó en la puerta de la tienda mirándolo y rascándose la calva a más no poder:
-¡Caramba con los burros! No son como yo pensé…